De la ciencia ficción a la realidad #1: Prótesis robóticas

Con este post inauguro una nueva sección del blog: «De la ciencia ficción a la realidad» donde comentaré los nuevos avances tecnológicos que nos acercan a lo soñado por varias generaciones de escritores y creadores.

Hace tiempo que ya me había asombrado con las prótesis de última generación que mediante la técnica TMR (Targeted Muscle Reinervation) permiten que el cerebro controle el movimiento de la prótesis. Es un primer paso a la hora de lograr lo que se ha propuesto en tantos libros y películas: prótesis que sustituyen totalmente e incluso mejoran sensiblemente, las extremidades humanas.

Pero no nos desviemos. La TMR consiste en tomar aquellos nervios que iban al brazo y han quedado cortados, para «reconectarlos» a otros músculos cercanos (pecho y espalda). La prótesis dispone de unos electrodos que se conectan a los músculos en los que se han reimplantado los nervios. Estos electrodos captan la activación del músculo y la traducen en un movimiento de la prótesis. La razón por la que se recurre a los nervios del brazo amputado, en vez de, simplemente, conectar los electrodos a otros músculos, es que de esta forma el paciente, cuando envía una orden cerebral a su brazo desaparecido, activa los músculos del pecho que, a su vez, activan la prótesis. Esto es importante, porque de otra manera le paciente tendría que desaprender el uso de los músculos de su brazo desaparecido y aprender el uso de otros músculos para mover la prótesis.

Y una vez se ha dado el primer paso, parece que las cosas se aceleran. Recientemente se ha presentado la nueva prótesis experimental desarrollada por «Rehabilitation Institute of Chicago«. Esta prótesis presenta mejoras sustanciales en dos campos fundamentales respecto prótesis controladas anteriores. La primera es que, mientras que versiones anteriores disponían de una variedad mínima de movimientos (giro del hombro, giro de la muñeca y apertura y cierre de la mano), esta puede realizar hasta diez movimientos entre el hombro la muñeca y la mano. La segunda mejora es que, al parecer, no requiere de concentración consciente para realizar los movimientos. Como hemos dicho, basta pretender mover el brazo amputado para que la prótesis entre en funcionamiento.

Os dejo además, estos vídeos. En el primero aparece la paciente Amanda Kitts:

Claudia Mitchell:

Y Jesse Sulivan:

En la ciencia ficción tenemos un ejemplo muy bueno de ello en la muy recomendable Ghost In The Shell*. En ella se habla, precisamente, de un futuro no muy lejano en el que mente e informática se mezclan en cuerpos biomecánicos hasta un punto en el que uno se pregunta donde termina un ser humano y empieza una máquina. En este futuro, los seres humanos sustituyen partes de su cuerpo (y su cerebro) por componentes biomecánicos que mejoren sus capacidades. Pero también encontramos seres completamente artificiales, regidos por inteligencias artificiales, que mezclan órganos humanos con componentes biomecánicos. Al final, la frontera entre unos y otros se vuelve demasiado ténue. Esta saga reflexiona, precisamente, sobre lo que nos hace humanos y las implicaciones de la aproximación entre lo mecánico y lo biológico hasta ese extremo.

Por supuesto, todos habéis visto la saga de «Star Wars», donde también alguno de los personajes acaba con una prótesis de esas sustituyendo una amputación. Aunque personalmente no considero que esta saga sea ciencia ficción, más bien es fantasía futurista.

Aún estamos lejos de las precisas y sutiles prótesis imaginadas por la ciencia ficción, así como del extremo que propone Ghost in The Shell. Pero desde luego, hemos empezado un camino irreversible hacia ellas en el que cada vez avanzamos más rápido. ¿Llegaremos a ver algo parecido a lo de Ghost in the Shell? Pienso que yo no, pero muy seguramente mis hijos sí.

*En realidad de Ghost in The Shell hay un manga, dos películas y una serie de Anime.